viernes, 5 de marzo de 2010

Enfermedades cardíacas, la nueva "epidemia"

Especialistas de toda Europa se reúnen en Munich para compartir los últimos descubrimientos médicos en cardiología con resultados sorprendentes. Según los médicos, el 90% de los casos de infarto son predecibles.

Las enfermedades cardiovasculares son una de las "epidemias" actuales que mayor amenaza suponen en nuestra sociedad. Al diferencia que las enfermedades infecciosas, que son cada vez menos dañinas, las muertes causadas por enfermedades del corazón aumentan continuamente.
El estudio Interheart, coordinado por Salim Yusuf, de la Universidad McMaster de Canadá, fue presentado en Munich ante 25.000 especialistas que se reunieron en el Congreso Europeo de Cardiólogos para tratar los avances de la medicina en las enfermedades coronarias. El estudio demostró que los factores más comunes que provocan enfermedades coronarias se pueden reducir a nueve y permiten predecir el riesgo de infarto en el 90% de los casos.
El tabaco, el peor enemigo del corazón
Según el estudio, el tabaco se sitúa a la cabeza de la lista de los factores más peligrosos. El presidente de la Asociación Europea de Cardiólogos, Jean Pierre Bassand, manifestó su preocupación por el aumento del consumo de tabaco en todo el mundo. "Mientras en los países occidentales la adicción al tabaco es cada vez menor, el consumo aumenta en muchos de los países en vías de desarrollo, sobre todo en Asia. Fumar será una de las mayores causas de muerte en 2020. Entonces, nos enfrentaremos con un problema que causará alrededor de ocho millones de muertes anualmente ", declaró el médico.
La concentración de determinadas grasas, como la colesterina y las apolipoproteínas B y A-1 en el cuadro sanguíneo es otro de los peligrosos factores que provocan las anomalías cardiovasculares. La lista se cierra con otras causas de riesgo para el corazón, como hipertensión, diabetes, estrés, alimentación deficiente por falta de fruta y verdura y falta de movimiento. También se presentaron otros factores de riesgo realmente curiosos como los cambios bruscos en el tiempo atmosférico, el deporte de alta competición o estar soltero.
Lo que más sorprendió a los científicos es que las causas son iguales independientemente del origen, sexo y edad de las personas. El estudio se realizó entre 15.152 personas que habían padecido ya un infarto y 14.820 sanas, comparables con el primer grupo tanto por edad como por sexo. Las pruebas se realizaron entre personas de 52 países, de las que 7.000 provenían de Europa, 2.000 de Latinoamérica, 6.000 de China, 4.000 del sur de Asia, 2.000 del resto de Asia y 1.400 de África
"Vicios" benignos y malignos
Según la Asociación Alemana de Cardiólogos, el número de infartos podría reducirse anualmente en un 80% cambiando los hábitos cotidianos. Además de esto, se presentaron otras estrategias que ayudan a disminuir el riesgo. El consumo moderado de alcohol y el chocolate con alta concentración de cacao mejora la circulación, y fortalece los vasos sanguíneos. Todo un descubrimiento para los amantes del chocolate.
Como recomendaron los cardiólogos en Munich, costumbres como la práctica del deporte, una alimentación sana y abandonar el tabaco pueden llevar a erradicar una de las enfermedades más mortales de nuestros días. Tan sólo en Alemania se producen anualmente 245.000 casos de infarto.

La epidemia mundial de SIDA no muestra signos de ceder - el número de infecciones por el vih y de defunciones por sida, más alto que nunca

Rápido aumento de las nuevas epidemias de VIH en Asia y Europa orientalA pesar de los progresos, los actuales esfuerzos de prevención y atención son insuficientes

La epidemia mundial de SIDA no muestra signos de ceder. Solamente durante el presente año, cinco millones de personas se infectaron por el VIH y tres millones fallecieron por causa del SIDA en todo el mundo, las cifras más altas jamás registradas. Estos hallazgos se presentan en el documento titulado “Situación de la epidemia de SIDA”, un nuevo informe exhaustivo sobre la epidemia mundial de VIH/SIDA que han dado a conocer hoy el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) previamente a la celebración del Día Mundial del SIDA, el próximo primero de diciembre.
Actualmente en África meridional uno de cada cinco adultos vive con el VIH/SIDA, la tasa más alta desde el comienzo de la epidemia. Si bien las tasas de infección varían ampliamente de un país a otro en África subsahariana, desde menos del 1% en Mauritania hasta casi el 39% en Botswana y Swazilandia, la amplitud de la epidemia pone de manifiesto que el VIH/SIDA se ha afianzado firmemente ahora en la mayor parte de los países de la región.
En algunos países de África subsahariana, los altos niveles de mortalidad por SIDA coinciden ahora con la elevada tasa de nuevas infecciones, creando un ciclo de enfermedad y muerte debido en gran parte a la falta casi absoluta de programas de prevención y tratamiento antirretrovírico de gran alcance.
De acuerdo con el nuevo informe, en todo el mundo viven con el VIH unos estimados 40 millones de personas (de 34 a 46 millones), incluidos 2,5 millones (de 2,1 a 2,9 millones) de niños menores de 15 años. Se estima que, en 2003, unos cinco millones de personas (de 4,2 a 5,8 millones) se infectaron por el VIH y tres millones de personas fallecieron por causa del SIDA en el mundo entero. A la región del mundo más gravemente afectada, África subsahariana, le correspondieron más Los extremos de las estimaciones definen los límites dentro de los cuales se encuentran las cifras reales, sobre la base de la mejor información disponible. de tres millones de esas nuevas infecciones y 2,3 millones de defunciones por SIDA. En 2003, se produjeron unos estimados 14.000 nuevos casos diarios de infección por el VIH. Más del 95% de esas personas viven en países de ingresos bajos y medianos.
“El mundo está desplegando ahora una respuesta más enérgica al SIDA a través de iniciativas especiales como el Plan de Emergencia sobre el SIDA del Gobierno de los Estados Unidos de América y el Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria”, ha manifestado el Dr. Peter Piot, Director Ejecutivo del ONUSIDA. “No obstante, resulta bastante evidente que nuestros actuales esfuerzos mundiales continúan siendo manifiestamente insuficientes para una epidemia que no cesa de crecer vertiginosamente. El SIDA está atrapando África meridional con sus garras y amenaza a otras regiones en el mundo. El informe presentado hoy advierte a las regiones que sufren epidemias de VIH más recientes de que, si no actúan de inmediato, les pasarán factura, tal como le está ocurriendo ahora al continente africano.”
El SIDA tiene atenazada África, afectando desproporcionadamente a las mujeres
En 2003, en África subsahariana vivían con el VIH unos estimados 26,6 millones de personas (de 25 a 28,2 millones), de los cuales aproximadamente 3,2 millones (de 3 a 3,4 millones) se infectaron durante aquel año. Cerca del 30% de las personas que viven con el VIH/SIDA en el mundo entero se encuentran en África meridional, una región que alberga solamente al 2% de la población mundial. Sudáfrica por sí sola tenía alrededor de 5,3 millones de personas con el VIH a final de 2002, más que ningún otro país en el mundo.
“Las repercusiones sociales y económicas más devastadoras del SIDA están aún por llegar,” ha señalado el Dr. Piot. “El acceso generalizado al tratamiento mitigaría de forma muy apreciable el impacto devastador del VIH/SIDA, que afecta a todos los sectores, desde la agricultura hasta la defensa nacional. Si queremos tener una oportunidad realista de reducir el número de nuevas infecciones, hay que ampliar de forma radical los programas de prevención del VIH eficaces.”
La epidemia es particularmente devastadora para las mujeres en África subsahariana, donde tienen más probabilidades de infectarse por el VIH que los varones. Entre los jóvenes, esta discrepancia es especialmente alta: las mujeres jóvenes de 15-24 años tienen hasta dos veces y media más probabilidades de infectarse que sus homólogos masculinos.
Rápida propagación del VIH en muchas regiones, favorecida por el consumode drogas intravenosas y las prácticas sexuales peligrosas
Una nueva ola de epidemias de SIDA está amenazando China, la India, Indonesia y la Federación de Rusia, principalmente como consecuencia de la transmisión del VIH a través del consumo de drogas intravenosas y las prácticas sexuales peligrosas. En el nuevo informe del ONUSIDA y la OMS se presentan muchas señales de alerta claras de que Europa oriental y Asia central podrían pasar a ser el centro de nuevas epidemias graves de VIH. En esas regiones, las tasas de prevalencia continúan creciendo y no muestran indicios de disminución.
Los jóvenes figuran entre los grupos de población más gravemente afectados por el VIH/SIDA en esta parte del mundo. Si bien los varones jóvenes siguen llevándose la peor parte de la epidemia, el 33% de las personas infectadas a final de 2002 eran mujeres, cuando el año anterior alcanzaban el 24%. A pesar de la creciente prevalencia de la infección por el VIH, en esas regiones se están llevando a cabo pocas actividades de divulgación preventiva, como son la educación para unas relaciones sexuales seguras o la adopción de prácticas de inyección más seguras.
La epidemia está creciendo asimismo en zonas en las que, hasta hace poco, el VIH no estaba presente o era prácticamente inexistente, como es el caso de muchas regiones en Asia y el Pacífico. Los rápidos aumentos recientes en las infecciones por el VIH producidos en China, Indonesia y Viet Nam ponen de relieve cómo una epidemia puede surgir repentinamente en cualquier lugar donde existan niveles importantes de inyección de drogas intravenosas y, como ocurre en Europa oriental, ilustran la urgente necesidad de intensificar los esfuerzos de prevención antes de que la epidemia se extienda más allá de los grupos de alto riesgo.
La respuesta, aun cuando progresa, está muy por debajo de lo necesario
En el documento “Situación de la epidemia de SIDA. Diciembre de 2003” se destaca que la respuesta al VIH/SIDA, medida por el gasto y la acción política, ha aumentado drásticamente en los últimos años, pero los progresos realizados siguen siendo muy pequeños y lentos para responder adecuadamente a la creciente epidemia mundial.
El informe indica que es urgentemente necesario ampliar rápidamente el acceso al tratamiento para ayudar a evitar los efectos devastadores de los millones de casos de enfermedad y muerte previsibles. Con el ánimo de ampliar el acceso al tratamiento, la OMS, la organización que concentra la atención del VIH en el ONUSIDA, y diversos asociados están desarrollando una estrategia mundial integral para suministrar tratamiento antirretrovírico a tres millones de personas para 2005, conocida como estrategia ‘3 x 5’.
“La OMS hará públicos los planes de ejecución detallados de la estrategia ‘3 x 5’ la semana que viene, coincidiendo con la celebración del Día Mundial del SIDA,” ha comunicado el Dr. LEE Jong-Wook, Director-General de la Organización. “Esta estrategia supone una ofensiva sin precedentes para aumentar el número de personas que reciben tratamiento. Para que la estrategia tenga éxito, no obstante, y para que el acceso al tratamiento aumente más en el futuro, la comunidad internacional debe continuar reforzando su apoyo financiero y logístico.”
Además de poner de manifiesto diferencias en cuanto al acceso al tratamiento, el informe señala que resulta sorprendente que se esté haciendo muy poco para desplegar siquiera los esfuerzos más básicos de prevención del VIH rentables. Los recursos para la prevención continúan siendo escasos, en particular en África subsahariana, donde, con excepción del Senegal y Uganda, pueden describirse pocas intervenciones preventivas satisfactorias. En muchos de los países más afectados, no existen programas nacionales para los huérfanos, la cobertura del asesoramiento y las pruebas voluntarias es limitada, y la prevención de la transmisión maternoinfantil es prácticamente inexistente.
“Con el punto de mira más acentuado en la urgente cuestión del acceso al tratamiento, también existe el peligro de que otro problema de la misma importancia, la prevención, siga descuidándose,” ha declarado el Dr. Piot. “En los últimos años se ha producido un aumento pronunciado en el apoyo político, la formulación de políticas y la financiación en materia de VIH/SIDA. Si se quiere invertir el curso de la epidemia, hay que mantener y ampliar este impulso, tanto en lo que respecta al tratamiento como a la prevención.”
En el informe “Situación de la epidemia de SIDA. Diciembre de 2003”, también se señala que cerca del 40% de los países que han comunicado avances en la aplicación de la Declaración de compromiso sobre el VIH/SIDA (adoptada en el periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA celebrado en 2001) no han adoptado aún una legislación para prevenir la discriminación contra las personas que viven con el VIH/SIDA. Esas leyes son vitales para los esfuerzos de prevención, pues pueden ayudar a las personas a someterse a las pruebas del VIH sin temor de que sean perseguidas y discriminadas. El tema de la Campaña Mundial contra el SIDA de este año, organizada por el ONUSIDA, es justamente Luchar contra el estigma y la discriminación relacionados con el VIH/SIDA.
Mientras en el informe “Situación de la epidemia de SIDA” correspondiente al año pasado se estimaba que el total de personas que vivían con el VIH era de 42 millones, la vigilancia epidemiológica mejorada pone de manifiesto que la población que vive con el VIH, si bien continúa creciendo, es ligeramente inferior a lo que se preveía. El informe hace hincapié en el hecho de que esta aparente reducción responde solamente a un mejoramiento en la vigilancia del VIH y no representa un descenso en el número de casos de infección o enfermedad, los cuales continúan aumentando.
Para destacar la necesidad de mejorar la vigilancia del VIH en muchos países, el informe del presente año incluye también los extremos de las estimaciones sobre el VIH/SIDA facilitadas. Disponer de datos y una comprensión de la epidemia mejorados es esencial para la planificación y programación eficaces a nivel nacional y regional.

El regreso de las plagas, una realidad.

Para conocer lo que tanto en los ambientes más especializados como en los medios de comunicación se adjetiva ya como el regreso de las epidemias, lo mejor es recurrir a los informes que nos ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS), por cierto una institución que como otras incluidas en el sistema de Naciones Unidas está sufriendo graves problemas de organización y financiación. En efecto, tal como ha denunciado recientemente su nueva directora general Gro Harlem, y aunque esto nos lleve ya a las conclusiones, el presupuesto regular de la organización ha disminuido, en términos reales, más de un 20 por ciento en los últimos diez años. Por lo que se refiere a los datos estadísticos, los informes de la OMS no presentan una situación especialmente halagüeña sobre el estado de la salud mundial, siendo especialmente preocupante el balance sobre las enfermedades infecciosas y epidémicas. Por el lado positivo, el último informe de la organización señala que se han mejorado las expectativas de vida de la población mundial, pues se ha pasado de una esperanza de vida de 48 años en 1955 a 66 años en nuestra década; que se han producido mejoras en la salud general como consecuencia del desarrollo de programas de control de las aguas, de mejoras de la higiene personal, o que se han establecido y extendido los servicios nacionales de salud; que se han llevado a cabo grandes avances en el desarrollo de vacunas o en otros campos de la investigación médica, en el diagnóstico y en el tratamiento de la enfermedad, o en los programas de rehabilitación; o que también se han producido importantes progresos en la lucha contra determinadas enfermedades infecciosas como la poliomielitis, la lepra o la enfermedad de Chagas.
La lucha sistemática contra la primera de esas infecciones, la poliomielitis, una enfermedad de origen vírico, causante de miles de lisiados en los países industrializados hace poco más de cuatro décadas, comenzó en 1955 con la introducción de una vacuna eficaz, que provocó la eliminación gradual de la enfermedad en buena parte del mundo. En el mismo sentido, desde que en 1988 se promovió la campaña de erradicación global de la enfermedad, los casos registrados de la enfermedad han caído un 90 por ciento; la epidemia ha desaparecido en América y está desapareciendo en la región del oeste del Pacífico. No obstante, el virus de la polio permanece arraigado en el subcontinente indio y la plaga es endémica en el oeste y centro de África y en algunos países del Oriente Medio. Otra de aquellas enfermedades, la lepra, causada por el Mycobacterium leprae, ha sido aparentemente controlada, gracias a los programas de la OMS; en 1997 la plaga afectaba a cerca de un millón de personas, cuando en 1985 los casos registrados eran de 5,4 millones. La introducción de la llamada terapia de combinación o terapia multidroga ha transformado radicalmente el panorama contra la enfermedad. De todas maneras, para unos ochenta países sigue representando un problema sanitario importante. Incluso en Europa se han seguido registrando casos, contabilizándose casi ocho mil en 1993. Esta enfermedad se ceba en las clases socioeconómicamente menos favorecidas. Su erradicación, sin embargo, está amenazada a causa de determinadas políticas sanitarias; en muchos países subdesarrollados la lepra no es considerada una cuestión de primer orden al estar afectados por problemas sanitarios todavía más sangrantes. Por otro lado, y a pesar de los avances realizados en su combate, la enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana, una enfermedad causada por el parásito Tripanosoma cruzi, cuyo vector es un insecto denominado vinchuca, sigue afectando a unos 18 millones de personas entre México y Argentina al ser endémica en veintiún países; en 1997 todavía se cobró 45.000 vidas. El país con el mayor número de infectados es Bolivia, con más del 40 por ciento de su población portadora del mal. La prevalencia de esta plaga en ese país tiene una explicación marcadamente social; se debe a unas condiciones socio-económicas marcadas por la pobreza y la precariedad que presentan las viviendas de la mayor parte de la población rural.
Uno de los progresos más espectaculares en la lucha que sostiene la humanidad contra las plagas se produjo frente a la viruela, declarada erradicada en 1980, después de una campaña iniciada en 1967 consistente en una vacunación sistemática de la población de los más de 30 países en donde la enfermedad era endémica. Sin embargo, de manera inquietante, en los dos últimos decenios se han producido esporádicas epidemias de una enfermedad clínicamente similar a la viruela, bautizada como viruela del mono, la más grave de las cuales tuvo lugar en el curso 1996-1997 en el centro de África. Pero sintetizando, a pesar de este aparente progreso y los llevados a cabo en la lucha contra la poliomielitis, la lepra o la enfermedad de Chagas, se sabe que tres de cada cuatro personas en los países menos desarrollados siguen muriendo hoy antes de los cincuenta años al tiempo que se producen más de diez millones de muertes infantiles, la mayor parte causadas por el sarampión, la malaria, las neumonías y las diarreas combinadas con malnutrición. El sarampión mata anualmente a más de un millón de niños por culpa de vacunaciones insuficientes, sobre todo en países africanos, las infecciones respiratorias a casi otro millón más y la malaria a alrededor de setecientos mil. Otras enfermedades típicamente infantiles siguen siendo importantes; el tétanos se cobró 275.000 vidas en 1997, y la difteria había afectado en 1994 a unas cincuenta mil personas, un 141 por ciento más que cuatro años antes. Esta última enfermedad resurgió especialmente en los inicios de la década de 1990 en los dominios de la antigua Unión Soviética. Más del 90 por ciento de los casos registrados en el quinquenio 1990-1995 se produjeron en esos países como consecuencia del declive de la inmunización masiva, según ha denunciado la OMS.
Por lo que respecta a las cifras globales de 1997, el informe de ese organismo estima que en ese año murieron 50 millones de personas, de las cuales un tercio perecieron como consecuencia de enfermedades infecciosas y parasitarias, tales como las relacionadas con problemas respiratorios agudos, tuberculosis, diarreas, sida y malaria. Su distribución mundial presenta no obstante un marcado contraste; mientras en los países desarrollados esas muertes representaron el 1 por ciento del total, en el resto significaron un 43 por ciento, una situación que apenas se ha modificado desde 1985. Por su letalidad se destacan la tuberculosis con casi tres millones de muertes; las distintas formas de diarrea, incluyendo la disentería, con dos millones y medio; el sida con dos millones trescientas mil muertes; y la malaria con unas cifras de entre el millón y medio y los dos millones setecientas mil personas.
La tuberculosis, también denominada tisis y peste blanca, una enfermedad que ha acompañado a la humanidad a través de los tiempos y era hasta principios del siglo XX la principal causa de muerte en Europa occidental, sigue causando estragos en los países menos desarrollados y está aumentando en Estados Unidos, Europa occidental y zonas de la antigua Unión Soviética. La enfermedad, cuyo agente transmisor más importante es el Mycobacterium tuberculosis, se extendió de manera masiva durante el siglo XIX como consecuencia de la formación de barrios marginales, la pobreza, la alimentación deficiente y de unas condiciones higiénicas insuficientes impuestas por el naciente capitalismo. A mediados del siglo XX, en los países desarrollados con un nivel sanitario ya elevado, la enfermedad empezó a ser contenida, e incluso los sanatorios de tuberculosos comenzaron a cerrar sus puertas. Sin embargo, los casos registrados en la década de los noventa en Estados Unidos o en Europa occidental se duplicaron respecto a la anterior y pasaron a ser de varios cientos de miles anualmente; por otro lado, en los países en vías de desarrollo y subdesarrollados siguieron siendo millones las personas infectadas, especialmente en algunas zonas del sudeste asiático y del sur de África. Por todo ello, la OMS declaró en 1993 que la lucha contra la tuberculosis, una enfermedad contra la que existen estrategias médicas para su curación, era una emergencia con carácter global. Según esa institución, las causas de su aparición se debían buscar en la desorganización sanitaria de muchos países generada en las últimas tres décadas.

riesgos epidemicos actuales.

La aparición en este último decenio del siglo XX de brotes de peste bubónica, cólera, malaria, tuberculosis, fiebre amarilla o difteria en algunos países que parecían haber erradicado esas enfermedades tan apenas veinte años antes han dado alas a las tesis pesimistas sobre el estado de salud de la población mundial. Algunas de esas epidemias, como la peste o el cólera, se han convertido en estos últimos años en auténticas pesadillas para muchos países en vías de desarrollo del sudeste asiático y sudamericanos. La malaria, que en los años sesenta se creía que se podía erradicar, ha vuelto con fuerza y se calcula que entre 300 y 500 millones de personas pueden haberla contraído, de manera especial en África, sudeste asiático y región amazónica. Una nueva epidemia, la del sida, el ejemplo con más impacto mediático de las llamadas enfermedades emergentes, es decir, las que son consecuencia de gérmenes patógenos nuevos, ha venido a ennegrecer todavía más el panorama sanitario mundial. Lo que sí es un dato objetivo es que, en total, las enfermedades infecciosas están causando la muerte anual de más de diecisiete millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud.
Todo esto contrasta con la imagen optimista que se transmitió hace algunas décadas, desde la ciencia y desde las organizaciones sanitarias, sobre esas enfermedades, expresada entre otros por el premio Nobel de medicina de 1960, Sir Mcfarlane Burnet, al escribir que los "países civilizados del mundo han eliminado ya todas las enfermedades pestilenciales, la peste misma, el cólera, el tifus, la viruela, el paludismo y la fiebre amarilla. La disentería infantil, la escarlatina y la difteria, que fueron origen de la mayor parte de la mortalidad infantil en el siglo XIX, son ahora raras y, en general, extremadamente benignas". A ese aparente triunfo habían contribuido tanto las medidas de higiene personal como la separación entre los hombres y los transmisores de las infecciones, y especialmente el descubrimiento de los antibióticos y el desarrollo de las vacunas hace ahora medio siglo. No obstante, Burnet y David O. White, coautor de ese trabajo clásico sobre las enfermedades infecciosas, advertían ya, de manera premonitoria, que ninguna de las grandes plagas había sido aún erradicada a escala global y "en el supuesto de que la civilización se viniera abajo" y no se pudiera mantener el entramado de la sanidad pública, no tardarían en volver, causando estragos en nuestro superpoblado planeta. La enfermedad infecciosa, remachaban, podía permanecer casi invisible pero, en potencia, era aún tan importante como siempre lo había sido.
Por todo lo expresado hasta aquí, el objetivo del presente artículo consiste, en primer lugar, en exponer, mediante la aportación de datos significativos, especialmente de los organismos internacionales, la situación de los riesgos epidémicos en la actualidad desde una perspectiva geográfica, y confirmar o no lo que ya se denomina el retorno de las plagas, el regreso de las epidemias, entre otras expresiones, términos que tratan de sintetizar en pocas palabras la nueva situación sanitaria mundial sobre las enfermedades epidémicas. En este apartado, junto a la información general sobre buena parte de las epidemias que en la actualidad están planteando problemas, distinguiremos entre las denominadas enfermedades emergentes, es decir las de aparición reciente, como el sida, y las reemergentes, como la malaria, o sea las epidemias que después de un periodo de tiempo bajo control, han vuelto con bastante o gran intensidad. Aunque estas dos categorías son las más prácticas de cara a nuestro estudio, las establecidas por Massimo Livi Bacci a partir de la forma de transmisión y de "entrada" en el cuerpo humano de las enfermedades epidémicas nos parecen esclarecedoras y nos ayudan también a centrar el problema.
Livi Bacci, uno de los máximos especialistas sobre la población mundial, establece cuatro categorías, la primera de las cuales comprende las enfermedades del aparato digestivo que se transmiten por vía fecal a través de la contaminación, generalmente del agua, y la posterior ingestión de alimentos contaminados. Las fiebres tifoideas y paratifoideas, disentería, diarrea y cólera son las enfermedades y las causas de muerte más frecuentes y graves. La segunda afecta "a las enfermedades que se transmiten por el aparato respiratorio y por el aire: la emisión de partículas infectadas (al toser o estornudar, pero también al hablar) que pasan de persona a persona: viruela, difteria, tuberculosis, sarampión, gripe e incluso la variedad menos común, pero más letal, de la peste, la neumónica, pertenecen a este grupo. La tercera vía es el aparato reproductor (sífilis, otras enfermedades venéreas, actualmente también el sida). Una cuarta categoría de enfermedades no pasa por las naturales 'puertas de entrada' del organismo, sino a través de la sangre o de los tejidos, mediante mordeduras o picaduras de animales (pulgas, piojos, garrapatas, mosquitos), que transfieren los microbios de un humano a otro o de un animal --que constituye el reservoir de microbios (como la rata en el caso de la peste)-- a un ser humano".
Por nuestra parte, pretendemos establecer las causas del retorno de las plagas, en realidad nuevas sólo en apariencia, pues cuando se hurga en el pasado se comprueba que la explicación de fondo tiene mucho que ver con viejos problemas. Esto nos obligará a un acercamiento al problema desde la interdisciplinariedad pues se nos plantearán cuestiones médicas y biológicas, pero también otras con un marcado carácter social, sean históricas, geográficas, políticas, económicas, mediáticas e incluso religiosas, como tendremos ocasión de ver. A continuación, se tratarán de extraer las conclusiones pertinentes. Por último, debemos advertir que la literatura médica sobre el tema que vamos a estudiar es extremadamente amplia y que en el marco de este trabajo nos vamos a interesar de manera especial por la diseñada desde el campo de la geografía, y que en conjunto está configurando una nueva visión, bien podemos catalogarla de nuevo paradigma, sobre las enfermedades infecciosas.